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mayo 31, 2023Argentina, en este año de elecciones, reflexionemos
Aunque no lo crean, ya se nos fue el primer tercio del año. Un año que para quienes viven o tenemos algún vínculo con Argentina es muy especial: hay elecciones nacionales y a partir del 10 de diciembre habrá un nuevo presidente en el país. Digo “nuevo” porque es un hecho que el actual mandatario, Alberto Fernández, y su antecesor, Mauricio Macri, no se van a presentar. Y aunque Cristina Fernández de Kirchner todavía podría hacerlo, creo –o quiero creer, me niego a aceptar semejante desmadre– que no tiene chances de ganar.
Lo cierto es que Argentina va a elegir presidente. Me gustaría aprovechar este espacio para contarles por qué me parece una gran oportunidad para pensar más que nunca en ese voto, o en esos votos: el de las PASO (elecciones primarias) de agosto y el de las generales de octubre; y, claro, en el hipotético balotaje de noviembre.
En Argentina estuvimos acostumbrados, históricamente, a votar entre radicales y peronistas. Sí, hubo otros espacios (la izquierda siempre menor; la UCeDé de los 80 y 90s, el Frepaso que antecedió a la Alianza), pero fundamentalmente supimos que las elecciones se hacían para que ganara alguno de los grandes partidos. No había, casi, otra alternativa.
Después llegó el PRO, que pasó de ser un partido mínimo, local, a liderar una coalición que incluye a la UCR y otros espacios. Y finalmente a dirigir el país. Pero esta vez algo está cambiando. ¿Será bueno? ¿Será malo? No lo sabemos aún, pero está cambiando. Y algo hay que hacer con eso.
El PRO ya no tiene a su referente para ser elegido y habrá, seguro, una interna para dirimir las candidaturas. Tampoco el peronismo está unido: de un lado, el Frente de Todos con sus propios fantasmas (CFK, Massa, Alberto); del otro, el peronismo no kirchnerista con un puñado de gobernadores. Como tercera vía, por primera vez en décadas, candidatos que vienen a romper con ese bipartidismo o bipartidismo de coaliciones: el liberalismo, que a nivel nacional presenta a Javier Milei como el candidato con chances de estar en la pelea.
Saben todos ustedes el abismo que me separa del peronismo, lo mucho que no comparto con un amplio sector de Cambiemos y las diferencias con Milei, por eso no es mi intención venir acá a hablar de pros y contras, ni a decirles a quién deberían votar, ni a quién votaría yo. Eso podrán suponerlo quienes me leen en las redes. De todos modos, no. Quiero, en realidad, hacerles preguntas. Preguntas que creo que nos van a servir para orientarnos, una vez que tengamos claro quiénes serán los candidatos, al momento de tomar la decisión.
¿Quién presenta ideas? ¿Quién se la pasa hablando de otros sin mostrar sus propias cartas? ¿Quién dice lo que hay que hacer sin tener en cuenta qué no hizo desde su espacio de poder? ¿Quién ya nos defraudó? ¿Quién esboza sus ideas con crudeza, sin temores? ¿Quién busca una segunda oportunidad? ¿Quién no resiste un archivo? ¿Quién no resiste una repregunta? ¿Quién es entrevistado únicamente por su círculo de periodistas amigos? ¿Quién sabe de lo que habla? ¿Quién, incluso sin ser ideal (¿acaso lo hay?), aparece rodeado por gente confiable, que sabe, que explica? ¿Con quién comparto una mirada de país? ¿Quién habla de los temas que me interesan? ¿Quién me juzga cuando habla? ¿Quién me ataca? ¿Quién me entiende? ¿Quién propone un país con mayor libertad?
Falta mucho, o no tanto, para las elecciones. Pero esta vez, no pueden agarrarnos por sorpresa. Hay que entrar en los debates públicos y dar el debate en privado. Hay que reclamar que nos hablen de los temas que nos interesan. A mí, al menos, me interesa que hablemos de riqueza. No, no me interesa que me prometan reducir la pobreza. Macri habló de pobreza cero y se fue con más pobres de los que tenía al llegar. Ni hace falta que hablemos del país que va a dejar el dúo Fernández. ¿Alguien tiene una propuesta para mejorar la riqueza? La del país, pero también la de cada ciudadano. ¿Alguien dice qué va a pasar con mis impuestos? ¿Con mi libertad de hacer, con lo mío, lo que tenga ganas? ¿Cómo van a solucionar el eterno problema de la inseguridad jurídica del país? ¿Cómo van a proteger nuestra privacidad? ¿Podremos poner todos esos temas en el debate público?
Pensemos en lo que queremos y hagámoslo público. Preguntemos. Alcemos la voz. Por primera vez no hay nada dicho, nada seguro, y alguien tiene que escucharnos. ¿Quién se suma?