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Por qué artistas y deportistas necesitan planificar su patrimonio

 

Piensen por un segundo en ustedes, en sus amigos, en sus familiares, piensen en las carreras que cada uno de nosotros eligió. Empiezo yo. Como todos ustedes saben, soy abogado. Cuando empecé en esto, imaginé una vida profesional activa y duradera. Sin techo. Quería ser abogado a los 20. Crecí mucho a los 30. Me consolidé a partir de los 40. Y planeo seguir adelante durante varias décadas más. 

Me permito una pequeña digresión antes de continuar: para el caso de que así no fuera, es decir, que no pueda seguir adelante durante varias décadas más, tengo mi patrimonio estructurado de manera de dejar la menor cantidad de problemas a mis herederos. Y por casa, ¿cómo andamos?

Sigamos.

Pensemos en otras profesiones y otros oficios. ¿Un contador? Puede pensar a largo plazo, trabajar hasta que logre su estabilidad económica o le llegue el turno de jubilarse, pasados los sesenta años. Lo mismo ocurre con un médico, un arquitecto, un docente. Incluso con quienes decidieron volcarse hacia el comercio: no hay edad para vender, tampoco hay obligación. ¿Pero qué pasa con los artistas y deportistas de élite? Ahí brilla, por sobre todo, cierta incertidumbre. Y un límite.

Cuando uno pone el cuerpo en el trabajo, sabe que depende demasiado de su estabilidad física y emocional (algo que se suele dejar de lado, pero no es menor ni mucho menos). En los artistas, esa estabilidad puede variar: no es lo mismo quien modela por una pasarela, quien canta en conciertos de rock o quien pinta cuadros. En el caso de los deportistas, la “vida útil” es mucho más finita aún: pasados los treinta, treinta y cinco años, en la mayoría de los deportes comienza la cuenta regresiva. Y salvo buenas experiencias posteriores en la formación o dirección técnica de otros profesionales, y en algunos casos aun así, el éxito se cuenta en tiempo pasado.

Pero no sólo el éxito: también los ingresos. El patrimonio.

Sobran ejemplos de deportistas de élite que ganaron fortunas. También, y he aquí el motivo de esta introducción, sobran ejemplos de quienes perdieron toda o gran parte de esa fortuna. Mike Tyson, Boris Becker, Iván Zamorano, Björn Borg, Allen Iverson y Marion Jones son apenas algunos. También hay artistas que transitaron el mismo camino, como Whitney Houston, Lindsay Lohan, Gary Coleman, Nicolas Cage o Kim Basinger. O el caso más resonante de los últimos años, que no se refiere a la pérdida del patrimonio en sí mismo sino de su administración: Britney Spears, de quien escribí recientemente.

Si bien las carreras de unos (deportistas) y otros (artistas) son diferentes, hay algo que los une: los exitosos, que también hay muchos que no lo son tanto, suelen producir mucho, muchísimo dinero en poco tiempo. Y por lo general, esa ganancia debe durar para el resto de sus vidas, y de sus familias.

¿Por qué hay tantos casos de malas administraciones de esas fortunas? En primer lugar, por desconocimiento. Poseen por lo general bajos niveles de instrucción formal, empiezan demasiado jóvenes a ganar enormes cantidades de dinero, se ven tentados por adquirir bienes carísimos y difíciles de mantener (aviones, mansiones), o cuyo valor se deprecia rápido (relojes, automóviles), se comprometen a mantener a terceros, se asesoran mal y, como broche de oro, no planifican. En muchos casos, jamás han oído de la planificación patrimonial.

En algún sentido, no hacen lo que hacemos todos en casa, con menores ingresos: planificamos el corto plazo en función de lo que ganamos, y el largo plazo en función de los ahorros y las ganancias que dichos ahorros generan. Cuando, de pronto, recibimos grandes sumas de dinero, el largo plazo se acorta: queremos todo ya, compramos todo ahora, queremos ayudar, agradecer, regalar, perdemos la vista en el horizonte. Y cuando el horizonte llega, muchas veces ya es demasiado tarde.

Algo que no es tan mencionado, pero ocurre, también, es que los artistas y deportistas de élite no se fijan en los impuestos que deben pagar a lo largo de su carrera y mucho menos tras su retiro (y quienes se fijan no los asesoran del todo bien). Como tienen el dinero, pagan sin pensar si es lo que corresponde o si podrían haberse estructurado sus actividades de una manera diferente que permita alcanzar ciertas eficiencias tributarias. O en si podría ser diferente. El traspaso de Lionel Messi de España a Francia mereció esa discusión: de las posibilidades que tenía, Italia e Inglaterra eran mucho más ventajosas que Francia para evitar el pago de grandes sumas de impuesto a las Ganancias obtenidas en otros países. ¿Eso implica que esté mal la decisión del jugador? No, claro que no. Debe haberlo tenido en cuenta, medido pros y contras. Pero hay quienes no lo hacen. El pase de Ronaldo al Manchester United, por ejemplo, constituye un claro ejemplo de un deportista que suele dar mayor importancia a los temas fiscales. Sobre ambos pases escribí para Funds Society.

A escala más pequeña, lo mismo ocurre en Sudamérica con la farándula vernácula. ¿Por qué muchas personas eligen trasladar sus empresas e incluso sus residencias familiares a Uruguay? Por los beneficios fiscales que no tienen, por ejemplo, en la Argentina. Es lo que motivó la mudanza de Susana Giménez a Punta del Este, como comenté hace tiempo en este artículo.

Pero tranquilos: tener mucho dinero no significa que se vaya a perder. Hay casos de éxito, y hoy me voy a detener sólo en uno. El de Rihanna, quien a los 33 años es –según la revista Forbes– la artista musical femenina con mayor fortuna en el mundo y la segunda mujer más rica en la industria del entretenimiento, sólo superada por Oprah Winfrey.

Además de su talento, Rihanna tiene otras capacidades: está bien asesorada y supo diversificar sus ingresos, algo clave para no depender únicamente de su “don”. La artista nacida en Barbados tiene empresas de cosméticos y lencería que le han aportado miles de millones de dólares a su ya enorme fortuna.

Está claro que los “famosos” no padecen más que los ciudadanos de a pie. Pero su posición, su visibilidad, puede servir como ejemplo (bueno o malo, según el caso) para el resto de la sociedad. Ellos, artistas y deportistas de élite, cuentan con los recursos para incorporar las estructuras fiduciarias más complejas y/o novedosas, con los mejores proveedores existentes, y además muchas veces tienen la posibilidad de fijar residencia en países más convenientes. Si los miramos bien, podemos entender qué tenemos que hacer. Y qué tenemos que evitar.

Consciente de esta realidad, en los últimos años trabajamos desde Untitled SLC con artistas y deportistas para asesorarlos en lo que necesiten sobre planificación y estructuración de sus patrimonios. De ese trabajo surgió, en 2019, la línea de negocios Sports & Entertainment, que se ocupa específicamente de este sector. También de este trabajo está surgiendo nuestro tercer libro, que probablemente vea la luz hacia fines de 2021.

Si quieren conocer más sobre el tema, no duden en escribirme o escribirles a las abogadas de la firma.

Y antes de despedirme aprovecho para contarles que estoy muy feliz porque mis dos primeros libros acaban de publicarse en España, a través de la editorial Innisfree. Por ahora pueden conseguir Cómo protegen sus activos los más ricos y por qué deberíamos imitarlos y Paraísos fiscales e infiernos tributarios en la web de la editorial. Y muy pronto, además, estarán en venta en librerías tanto de España como de Uruguay, Colombia, México, Perú, Honduras y otros países. Espero que los disfruten y les sean de utilidad.