Argentina, EE.UU. y un tratado vintage para asustar a los contribuyentes
diciembre 26, 2016Biden al poder
febrero 2, 2021Privacidad
- f. Cualidad de privado.
- f. Ámbito de la vida privada que se tiene derecho a proteger de cualquier intromisión.
Lo copio desde el diccionario de la RAE para que no haya dudas sobre qué significa el término privacidad. Y me quedo con tres palabras: derecho, proteger e intromisión.
Si optáramos por utilizar la definición de otro diccionario que cuenta con el aval de la RAE, como es el caso del Diccionario Panhispánico del Español Jurídico, encontraríamos una definición inclusive mas fuerte del mismo concepto:
- Gral. Facultad de una persona de prevenir la difusión de datos pertenecientes a su vida privada que, sin ser difamatorios ni perjudiciales, esta desea que no sean divulgados.
- Hist. Derecho de la persona a no ser objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni ataques ilegales a su honra o reputación.
La negrita, en el primer párrafo de la segunda definición, es mía.
En definitiva, de eso quiero hablarles hoy: de la privacidad; y lo voy a hacer desde diferentes ángulos.
Ustedes saben que es un término que utilizo mucho y que lo creo fundamental por muchos motivos, pero para explicar el motivo principal voy a apelar a un tramo de una entrevista que me realizó hace un tiempo Hugo Alconada Mon, para La Nación +
¿Cuál es el valor exacto de la privacidad? No podría decirlo, pero es sin dudas alto. No tengo dudas de que es algo que tenemos que cuidar; no solo por nosotros, y por cuestiones históricas o jurídicas vinculadas a nuestros derechos individuales más elementales, o por temas reputacionales, que por supuesto son importantes, sino tambien por nuestra seguridad y la de nuestra familia. La mayoría de quienes me leen vive o han vivido en América Latina, y sabemos que la divulgación de información privada en muchos de los países de la región puede costar caro en (in)seguridad. La falta de privacidad, entonces, también es una cuestión de seguridad. Se trata de resguardar lo que somos, lo que queremos y lo que tenemos. Y esto no tiene que ver con dejar de cumplir con alguna ley o con no pagar impuestos.
Estas herramientas son fundamentales en la actualidad y no se profundiza su estudio en las carreras de grado de ninguna universidad en la región.
En mi último libro, Paraísos fiscales e infiernos tributarios, hablo bastante del tema. Y, a propósito de la planificación patrimonial, ahondo un poco en esto último que les comentaba:
Respecto de la privacidad, se trata también de un objetivo fundamental dentro de la planificación patrimonial pero no por el secreto en sí mismo ni por un tema de derechos civiles, sino porque tiene que ver justamente con la integridad física de las personas. Recordemos que América Latina, de acuerdo con un informe emitido con fecha octubre de 2019, tiene 43 de las 50 ciudades más violentas del mundo y que, de acuerdo con otro, 3 de los 10 países donde se producen más secuestros. En 2013, México solo representó el 20% de todos los secuestros del mundo.
No se puede medir todo con la misma vara y en algún momento la OCDE y los países de alta tributación van a tener que entender las diferencias que existen entre América Latina y el resto del mundo. Esperemos que lo hagan antes de que alguna persona sea asesinada o secuestrada como consecuencia del enfermizo intercambio de información que propone, exige y monitorea precisamente la OCDE a través del “Common Reporting Standard”.
En ese mismo sentido me expresé hace poco cuando el Primer Ministro de BVI se refirió –por suerte en forma negativa– a la creación del Registro de Beneficiarios Finales de sociedades. Uno de los motivos que utilicé para defender la histórica postura oficial de la jurisdicción fue justamente el de la privacidad. Como cuando se creó el Impuesto a la Renta o el Impuesto a las Ganancias, que tuvo a sus principales detractores no de pie por lo que podrían llegar a pagar sino por el derecho a la privacidad que –creían– se les estaba cercenando al blanquearle al Estado sus ingresos. A los ingleses de mitad del Siglo XIX no les parecía bien que el Estado tuviera información acerca de cuanto ganaba cada ciudadano. Dado que existían otros tipos de impuestos y aranceles vinculados más bien al consumo y/o a la propiedad inmueble (i.e. impuesto a las ventanas), sostenían que, además de que ser obligados a exteriorizar esta información atentaba contra su privacidad, no se trataba de algo estrictamente necesario a los efectos recaudatorios.
Si bien los pagadores de impuestos de la mayor parte de los países perdieron esta batalla hace tiempo (en 1842 el Reino Unido comenzó a cobrar el Impuesto a la Renta y, a partir de entones, muchos otros Estados lo imitaron), existen aún jurisdicciones que respetan el derecho a la privacidad de las personas por encima del promedio. Se trata, obviamente, de las jurisdicciones offshore.
¿Los Estados tienen derecho a cobrar impuestos? ¡Por supuesto!
¿Los ciudadanos tienen derecho a tener privacidad? Desde ya.
Eso sí, si bien cuando dos derechos individuales se oponen el conflicto se resuelve determinando qué derecho tiene mayor jerarquía, cuando el “conflicto” se da entre un derecho fundamental de los seres humanos y un mero interés de los Estados (como seria el de acceder a cierta información financiera de sus residentes fiscales para que cobro de impuestos sea una tarea más sencilla), no hay discusión posible.
Siempre, siempre he defendido y voy a defender el derecho de los individuos a la privacidad.Por eso también, en las elecciones de los Estados Unidos siempre estuve (y estaré) del lado del partido político que más fuertemente defiende el derecho a la privacidad. Por eso, estoy convencido de que lo que se viene –de confirmarse en el ámbito legal el triunfo de Joe Biden– va a ser un mundo con menos competencia fiscal, con mayor inestabilidad política y con un incremento en el intercambio de información entre países. Todo ello derivará, claro está, en una menor privacidad y en una mayor necesidad de planificar de manera eficiente los patrimonios, sobre todo para residentes fiscales de países que ofrecen poca seguridad.
Lo dije hace unos días en mi cuenta de Twitter: va a ser cada vez más importante estructurar de manera eficiente nuestros patrimonios. No es por pagar menos impuestos, no es por no ayudar a sostener al país en el que vivimos. Es por privacidad. Es por seguridad.
Siguiendo con este tema, muchas veces me preguntaron cómo llevo yo el tema “privacidad” siendo tan activo en redes sociales y en los medios de comunicación que me consultan habitualmente sobre cuestiones tributarias y/o sobre la realidad de las jurisdicciones de baja o nula tributación.
Pues bien, creo que exponerme públicamente y resignar mi propia privacidad es el precio que tengo que pagar para vivir en un mundo más libre y privado.
Si quieren saber más sobre lo que pienso de este tema, pueden leer lo que escribí hace un tiempo en mis historias de Instagram. Pero fundamentalmente, trabajo por mantener la privacidad y confidencialidad de los clientes de Untitled, aunque eso me cueste a nivel individual tener mayor vida pública que la que desearía. Por las razones que expuse justamente en esa historia, no veo un conflicto entre mi exposición personal, cuidada y limitada a algunos aspectos de mi vida intelectual, y la privacidad de mis clientes.
Hay una pelea por ganar y tiene que ver con que entendamos de una vez que el problema no es la riqueza sino la pobreza, que el problema no son las sociedades offshore sino la inseguridad jurídica y los infiernos tributarios, que el problema no es de quien quiere tener privacidad sino de quien quiere meterse en la vida de las personas porque no sabe administrar el dinero que las propias personas le dan –en forma de impuestos– para hacerlo . Y siempre quieren más…
Otro aspecto importante de la privacidad tiene que ver con el manejo de información privada, la seguridad de nuestros datos y el control o seguimiento de nuestras inversiones y estructuras fiduciarias en tiempo real. Por eso, desde hace tiempo estamos trabajando en “Smart Trust”, el primer producto de Smart Structuring, una plataforma pensada y desarrollada desde la industria de trust management para esa industria
¿Otro emprendimiento, Martín? Sí, je. Saben que no puedo parar de trabajar y estoy convencido de que, para el rubro en el que trabajo (constitución y administración de trusts), Smart Trust va a ser absolutamente disruptivo y fundamental. Es el futuro del trust management, el nuevo estándar de una industria que, si bien es de nicho, es económicamente muy relevante. Lo pensamos con Naum Ravinovich y Kerry Harris y venimos trabajando muy entusiasmados con un gran equipo, aún durante la pandemia.
Smart Trust cuenta con todos los beneficios de la tecnología blockchain aplicados al manejo de trusts. Es una plataforma que, al mismo tiempo, busca eliminar el riesgo de fraude por parte de los trustees, mantener informados 24/7 a settlors y beneficiarios y lograr eficiencias que reduzcan costos operacionales a los trustees. Los socios de Smart Structuring sabemos que la inmutabilidad del blockchain otorga una gran credibilidad en un ámbito donde lo que se necesita es justamente confianza, porque las personas HNW y UHNW que apelan a los trusts temen a cuestiones que en Smart tenemos resueltas: actividad fraudulenta, mantenimiento de registros, archivo perpetuo, transparencia.
¿Y adivinen qué más? Si, privacidad.
En estos momentos estamos en medio de una ronda de capitalización, así que aprovecho estas líneas finales para invitar a quienes compartan esta visión, estos valores, a escribirme, así les cuento más sobre Smart.
Como verán, de privacidad se trata gran parte de lo que hago, en Untitled, en Smart y en todos los órdenes de mi vida.Algún día prometo contarles más de la fundación que armé en Estados Unidos este año, cuyos objetivos son justamente defender y promover la competencia fiscal, y los derechos de propiedad privada y privacidad de las personas.
Por el momento, los convoco a defender vuestra privacidad a ultranza y a aceptar recortes a la misma solo en circunstancias excepciones y por tiempo limitado. No permitamos que quienes buscan avanzar sobre nuestra intimidad, mas que nada para cobrar más impuestos a cualquier costo, impongan su terminología (i.e. opacidad, secretismo, hermetismo) para justificar sus cada vez mas frecuentes ataques. No tengan la menor duda que vienen por este lado.