Argentina y las próximas elecciones, mucho para analizar
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Sé que muchos de ustedes no viven en Argentina –ni son argentinos–, pero por estos días mi país es escenario de un debate pre electoral que, por primera vez en mucho tiempo, incluye una mirada diferente de la radicalización del peronismo-antiperonismo. Por eso, me voy a tomar este posteo para analizar un poco lo que pasa y lo que se viene en Argentina, mi país, viva yo donde viva.
Voy a dejar de lado de este análisis a dos de los candidatos, por cuestiones obvias (no tienen ninguna chance de ganar, en ningún escenario, bajo ninguna posibilidad de sorpresa). Fuera Juan Schiaretti y Myriam Bregman, nos quedamos con los tres de los espacios más votados en las elecciones Primarias: Javier Milei, Patricia Bullrich y Sergio Massa.
No me interesa entrar en debates obvios, en posiciones conocidas. Ya sabemos quién es Massa y qué hace (o qué no puede hacer) hoy desde el poder de su ministerio de Economía, de dónde viene, a qué espacio político representa. Lo sabemos todos. También sabemos en qué platos picó Bullrich durante toda su historia, hasta sentarse a la mesa de Juntos por el Cambio. Hoy, con sus antecedentes a cuestas, es la representante de la unión entre macrismo y radicalismo, principales socios de una coalición más amplia que incluye un sector liberal representado por José Luis Espert. Y entendemos, por supuesto, que Milei es, a menos de que creamos en conspiraciones, el único outsider de estas elecciones, el único con apenas dos años de cargos electivos, rodeado de un montón de gente sin experiencia en la gestión pública y, en muchos casos, inclusive en la privada. Un partido nuevo. Una mirada diferente. Conocemos, claro, los modos y formas de Milei. No vamos, como dije, a detenernos en eso.
- ¿Quién me representa en un sentido ideológico, de creencias?
- ¿Qué espacio político es consecuente con esa mirada, más allá del oportunismo electoral?
- ¿Qué coalición, partido o candidato incluye entre sus objetivos (no promesas: objetivos reales) la reducción de los impuestos, un alivio en el esfuerzo fiscal que a diario realizan millones de argentinos?
- ¿Alguno atenta contra mis derechos de propiedad, contra lo que supe conseguir, contra lo que heredé o tengo ganado o cedido en buena ley?
- ¿Alguien se metió o piensa meterse con mis datos, mi información personal, familiar o laboral, con mi privacidad?
- ¿Confío en lo que puede llegar a hacer mi candidato o espacio político una vez que llegue al gobierno? ¿Tiene experiencia en gestión? ¿La considero necesaria?
- ¿Con qué países se alinea estratégicamente mi candidato o espacio político? ¿Qué relación con el mundo nos espera en caso de ganar? ¿Esos países son socios comerciales o socios ideológicos? ¿Sirven para mejorar los ingresos del país o para hacer negocios por debajo de la mesa en nombre de un bien impalpable?
- ¿Mi candidato va a saber y poder plantarse ante organismos internacionales que buscan, principalmente, someter fiscalmente a los países para aumentar de manera permanente los impuestos?
- ¿Quiero un cambio abrupto, algo desconocido para mi país? ¿Prefiero un cambio menos ambicioso, pero más cómodo? ¿Me gusta un cambio de nombre dentro del mismo paquete de figuritas?
- ¿Qué quiero para mi país, para mí, para mi familia?
Quienes me leen por acá, en redes sociales o en algunas de las columnas que publico asiduamente en medios de la región, saben qué opino de cada candidato, cómo fue y cómo es actualmente mi relación con ellos o con sus espacios políticos. No quiero desde estas líneas decir qué hay que hacer. No creo en eso de “voten bien” y tampoco creo en el “voto útil”. Sí creo que tenemos que tener claro qué estamos votando. Qué queremos. Respondernos ésas preguntas (y seguramente haya otras que pueden incorporar, que les interesan), hacer un balance entre las respuestas. Probablemente no haya unanimidad. Pero sí una valoración. Para que las cosas realmente mejoren, el voto debe ser lo más libre y racional que se pueda.
Lo que no podemos hacer, ni en estas elecciones ni nunca, es quedarnos de brazos cruzados. Mirar como espectadores para ver qué pasa y después, desde nuestro sillón, frente a los índices de esfuerzo fiscal, pobreza e inflación, quejarnos. No es lo que me gusta a mí. Por eso creé este y otros canales de difusión, para seguir adelante con la batalla cultural, ya a nivel global.
Me encantaría que pensemos bien nuestro voto de octubre y del balotaje que seguramente habrá en noviembre. Ojalá les sirvan las preguntas que dejé para analizarlo.